martes, 23 de agosto de 2011

Soy el centro del cenicero

Soy el centro del cenicero , me dijo.



Si. Todos vienen a apagar sus colillas en mí.


Recordé las torturas que nos relataba una vecina que había padecido la primera época franquiana, cuando algunas bestias humanas apagaban sus cigarrillos en la piel de los otros y les arrancaban las uñas . En aquella época infantil, las truculentas historias de aquella mujer nos producían cierto morbo y nos gustaba escuchar. Nos habló de bañeras llenas de mierda en donde sumergían las cabezas de los detenidos para que confesasen y todo eso frente a niños de menos de diez años por entonces que éramos mi hermano y yo, me parece ahora cruel y amoral. A mi madre no le gustaba aquella mujer que a veces subía a casa y se ponía a contar esas vivencias, pero nos decía que estaba muy sola y que tenía ganas de hablar. Ya era muy mayor pero no podía olvidar…

Mi amiga no sabe como limpiar las manchas de nicotina. Le recomiendo que no se relacione con fumadores, pero ella me dice que el humo la delata, porque ella también fuma .
En la televisión algunos cámaras también se deleitan mostrando el charco de sangre que la víctima deja mientras pierde la vida en algún crimen.  Yo odio esas imágenes y deploro esos programas, pero recuerdo que un día yo supe lo que era el morbo .

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