lunes, 5 de septiembre de 2011

Empezares

Por encima de todos mis recuerdos y sin sumergirme en nostalgias que son dolor como consta en su etimología, no puedo evitar volver a revivir como el tiempo de más ávida búsqueda de la felicidad, aquel de mis “empezares al colegio”, cuando cogida de la mano de mi madre me adentraba en la librería con la lista de objetos escolares que debía comprar para el nuevo curso. Se que el olor está dentro de nuestra memoria más profundamente grabado que cualquier imagen y que no soy la única que caigo en éxtasis al oler una goma de nata o la tinta de las letras impresas en los nuevos libros de texto, pero una y otra vez cuando comienza septiembre me vuelvo a encontrar con la esperanza de algo nuevo, de unas puertas abiertas a cualquier parte.


Se que mi madre se desesperaba conmigo porque siempre quería más, la caja más grande de pinturas Alpino, el bolígrafo más moderno, las tapas de las libretas más bonitas…y que volvía a casa con ansias de ser mejor en el nuevo curso, de hacer la letra más perfecta, de mantener el cuaderno más limpio y se también que era incapaz de hacer más de tres hojas sin borrar y que incluso llegaba a agujerear el papel y las arrancaba una y otra vez hasta que la libreta quedaba tan delgada que me regañaban en casa.

Puedo decir sin dudarlo un momento que si busco entre todos los momentos felices de la vida “ese” de mis empezares es el que más me gusta. No tiene ni comparación con las Navidades, cuando todos nos reuníamos y eran momentos de algarabía buscando una mano que me acariciase por encima de la cabeza de mi hermano, más grande y poblada de rizos además de una larga memoria. Ni siquiera se puede comparar al nerviosismo de la llegada de los Reyes Magos, que me ilusionaban más por magos que por los regalos que traían, ni con la libertad de mis tardes en la playa cuando la arena se enfriaba y la gente iba desapareciendo hacia sus casas, dejándonos dueños de aquel vasto imperio de arena y mar para perdernos a nuestros anchas. No, no tiene comparación con los principios de los amores, ni con la ilusión de los viajes. La entrada en la librería , el botín de mis libros y cuadernos incluido sobre todo el de dibujo , el primer Atlas, los diccionarios, las acuarelas …toda esa emoción nunca podrá ser contenida de nuevo, pero sabiéndolo me siento rica porque se que nadie podrá superarme ni yo misma.

María José Campanario y los presos de ETA

Me llama hoy la atención la noticia de la expulsión de María José Campanario de la Universidad. Al escuchar esta noticia no pude dejar de pensar en todos los presos de ETA que hacen sus carreras con los fondos públicos. Si bien, la Universidad Privada se rige por sus propias normas, me pregunto si eso no contraviene en alguna manera el derecho a la educación proclamada en la Constitución. Si por estar condenado por sentencia firme te expulsan , me imagino que en sus reglamentos también se podría establecer la expulsión por haber engordado 20 kilos en los últimos años o por ser de otra raza, por ejemplo. Me lo pregunto porque el derecho a la igualdad y a la no discriminación vienen en el mismo título y con la misma protección en la Constitución que el derecho a la educación y quizás algún experto en derechos fundamentales me lo podría explicar.
Por supuesto que esto que escribo no tiene nada que ver con las luchas entre las famosas mujeres del torero, que no pienso posicionarme , ya que creo que hay Belenistas y Campanarias como madridistas y culés, pero esto no es el tema.