domingo, 14 de junio de 2009

la ingravidez del domingo


Los domingos son a mi entender como un atenuante en las leyes de la gravedad. Los cuerpos marchan a un ritmo más lento. Los paseantes caminan despaciosamente, casi levitando y los sonidos se atenúan. Veo a las parejas cogidas del brazo que apenas se miran ni se hablan, sólo van. A dónde me pregunto. Matar al domingo en un vago paseo es una afición muy tradicional. Yo prefiero ver a las gentes en días de semana como laboriosas hormigas o desesperados zánganos, con horarios y citas, con el anhelo del descanso. Las tardes del domingo las avenidas de todos los pueblos se llenan de zombies que sacan a pasear a sus crías que se aburren como ostras siguiendo a sus progenitores o agarrados de sus manos y aunque el lunes escuece es un alivio que la rutina llegue para seguir creyendo que estamos vivos y que somos necesarios