viernes, 27 de noviembre de 2009

Adios a la infancia



Pasaban los niños a la escuela y Valentina les miraba con envidia, les veía reir y correr por los prados y ella se quedaba en casa haciendo la comida, barriendo, fregando,y planchando. Se esmeraba para que su abuelo anduviera siempre limpio y que la casa estuviera reluciente. En primavera , la antojana era la más florida y entonces se sentaba a la puerta a bordar muy arregladita para recibir los halagos de los vecinos que se maravillaban de que aquella niña tuviera un comportamiento tan hacendoso. No volvió a jugar con los de su edad. Bajaba al lavadero con las vecinas y escuchaba sus historias que luego contaba al abuelo que nunca dejaba de darle consejos . Esta casa será para tí le dijo un día y así lo dejó por escrito ante notario. Los años iban pasando y a Valentina le gustaban mucho los bailes y acudía a cualquier lugar donde tocase la gaita y el tambor . Los jóvenes se reunían a menudo y algunos empezaron a cortejarla, pero al abuelo ninguno le parecía bien y ella al principio le hacia caso y se apartaba de ellos, pero un día llegó uno de otro pueblo, venía con otros chavales de robar manzanas en algún huerto y las llevaba escondidas dentro de la camisa. Cuando vio a Valentina le dijo que traía una manzana escondida para la morena más guapa y entre bromas le fue dando las manzanas. Aquello noche Valentina, sintió por primera vez esa felicidad un tanto extraña del enamoramiento primero y se despertó varias veces.