viernes, 6 de noviembre de 2009

Reconociendo a Valentina

Emilio llegó a casa y entró en la habitación . Adela estaba dormida y también la pequeña Valentina. Arrimó con cuidado la puerta y pasó a la cocina en donde dos vecinas preparaban caldo de gallina . Rosario que tenía siete años trataba de dar una papilla al hermano pequeño que sostenía en su regazo , pero él con toda la cara rebozada de aquella masa blanquecina se escapaba y corría a agarrarse de la piernas de su padre. Se llamaba Liberato, y mientras , Arcadio , el mayor, se perdía con unos amigos por los caminos de la aldea, hasta que las voces de las madres resonaban en la oscuridad, junto a los ladridos de los perros y sabían entonces que ya era hora de recogerse , aunque remoloneasen siempre un rato más y sus risas y gritos despedían las últimas luces.
Aquella noche, cuando Emilio bajo las sábanas se acercó al cuerpo caliente de Adela y puso su mano en el vientre aun hinchado, en una leve caricia , ella le susurró en tono suplicante:"Tenemos que parar Emilio, ya son cuatro bocas"
Pero no fue así y en el suiguiente otoño nació Etelvina.