Buscaba cafés solitarios con ventanas a la calle, refugios que abrían las puertas a ensoñaciones. Comenzaba una nueva novela con la ansiedad misma que me provocaba el deseo de nicotina y me quedaba absorta en mi propio yo. El mundo entero, todas las posibilidades de ser flotaban en mi mente y me abstraía de todas las vicisitudes cotidianas .Hoy añoro esa ventana , la posibilidad de encontrar mi rincón en cualquier ciudad y encender un cigarrillo.Hoy añoro el otoño y el invierno y el sabor de lo incierto .
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario