jueves, 2 de diciembre de 2010

Había una vez un chat

Hace más de diez años, en los principios remotos del internet, yo solía frecuentar un chat. Allí me encontré con gente especial con quienes me comuniqué de una forma vehemente, a unos les quería con la misma o mayor fuerza de la que se puede experimentar con los seres reales. Me enamoré virtualmente de un extraño ser que escribía con una increible clarividencia y ternura pasando a estados de agresividad manifiesta . Llegamos a intercambiarnos los correos, pero aunque yo le escribí contándo algo someramente de mi vida privada, él siempre contestó sin dar el menor dato de la suya. Intuyo que es una persona mayor por la forma de hablar de la vida, por sus recuerdos de tiempos lejanos. Intuyo que es un ser solitario y excéntrico. Como mucho puedo creer o deducir que es traductor en Inglaterra, pero poco más.
Había otros personajes extraordinarios, como una mujer que nos relató en directo la caida de las torres gemelas, ya que trabajaba en  un edificio cercano. Había otra que nos contaba sus aventuras por Madrid con un rumano más joven que ella con el que a veces pasaba la noche en los bancos de un parque. Todos escribían muy bien , era un lugar maravilloso. Todo el teatro del mundo, todo el espectáculo con máscaras, pero podíamos deducir bien lo más profundo de nosotros mismos, como si el alma saliera de nuestras ciénagas unos minutos, o a veces horas al día para regocijarse con otros semejantes.
El chat acabó cerrando y yo me quedé un poco huérfana. La vida de los blogs es para mi como un pequeño sucedáneo que salva esas ganas de comunicarse a veces enfermiza, de decir, aunque no digas nada.
Hoy estoy feliz porque he recibido un cuento de mi amor en aquel chat. Es un cuento maravilloso, en su tono de siempre, inteligente , ácido y tierno.
No puedo publicarlo aquí porque evidentemente no es mío, pero quiero dejar plasmada mi alegría por este regalo que tomo como el primero de Navidad.

2 comentarios:

Blao dijo...

A veces en la vida real, en el cara a cara, suele haber tanto engaño, escaramuzas y verdaderas confidencias, igual que en la relación internet. Y en cuanto a la veracidad de ambos, los dos, el mundo físico, el bis a bis, como el imaginario o el telemático, los dos son igualmente ciertos y a la vez carnavaleros. Lo importante es como uno lo vive.

madelen dijo...

Totalmente de acuerdo