domingo, 7 de noviembre de 2010

El Hombre Lento de Coetzee

Si en " La edad de Hierro" me marcó su final, con la desesperante necesidad de morir junto a alguien, de ser cuidado al calor de otro ser humano en los últimos momentos. Aquí  en " El hombre lento " pervive la misma idea, una especie de pesimismo existencial, nunca exento de esperanza en algún prójimo.Creo que la figura de la madre también en las dos novelas se hace extraordinariamente importante.
Dice en " el hombre lento "al narrar la muerte de sus seres queridos que "Aquellos en cuya vida naces nunca mueren"

Paul Rayment sexagenario tiene un accidente que le hace perder una pierna. Comienza su calvario en el hospital rodeado de enfermeras amables pero indiferentes y llega a su casa convertido en un hombre dependiente que necesita a alguien que  le cuide. De pronto su mundo cambia.
Se pregunta: ¿que es perder una pierna desde una perspectiva global?
Se responde: Desde una perspectiva global, no es más que un ensayo de perderlo todo.
 El hombre activo que recorría la ciudad en bicicleta se convierte en un anciano solo, sin familia, que se arrepiente de no haber tenido hijos. Su necesidad tanto física como afectiva le lleva a enamorarse de su enfermera, pero lucha para averiguar si su amor es puro, si es interesado , si es físico  y hasta dónde estaría dispuesto a llegar. Hay un personaje que hace al lector dudar de si es real o no en la novela, una mujer mayor, Elizabeth Costelo, una especie de Pepito Grillo que más que conciencia pudiera ser una especie de fusta moral para sacarle de su estado de aniquilamiento, de inactividad. Ella parece saberlo todo sobre él, pero nadie nos va a decir a traves de toda la lectura el porqué. También es la contraposición entre la fealdad de su vejez y la belleza que concede la juventud a la enfermera. Como en otras novelas, destaca su imposibilidad del amor hacia lo "no bello".

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