miércoles, 4 de noviembre de 2009

Reconociendo a Valentina


Hubo un tiempo, un lugar, un momento, otro siglo, un otoño, las castañas cayendo, todos los oricios abiertos, panza arriba, enseñando su fruto perdido entre la hojarasca manchada de barro, porque es así siempe , es así el otoño en estas tierras y corre un viento huracanado muchos días que llaman el "aire de la gueta". Llegó Valentina a primeros de Octubre . Asomó la cabeza y su madre, una pelirroja que ya había parido tres hijos la envolvió y acercó a su pecho.

El cartero no estaba en casa, jugaba la partida en el bar con los de siempre, con el médico , el cura , el jefe de estación y alguno más de vez en cuando. El hijo mayor que andaría por los ocho o nueve años corrió a comunicar la nueva. Qué nació otra nena le dijo acercándosele al oido como medio avergonzado y el cartero aprovechando que las cartas venían mal dadas, se excusó y dejó la partida.

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